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YO TE DIRÉ: Astro y un brebaje mágico

13 . 06 . 2018, 8:49 pm

Por Lucas Figueroa Como uno de los enigmas más grandes de mi vida. Así recordaré la incongruencia de haberme podido financiar dos presentaciones seguidas en el Club Chocolate con mi austera mesada de estudiante de primer año de Universidad. La cosa fue más o menos así: el 19 de agosto del 2015 tocaba Astro, y […]

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Por Lucas Figueroa

Como uno de los enigmas más grandes de mi vida. Así recordaré la incongruencia de haberme podido financiar dos presentaciones seguidas en el Club Chocolate con mi austera mesada de estudiante de primer año de Universidad. La cosa fue más o menos así: el 19 de agosto del 2015 tocaba Astro, y al día siguiente De Saloon haría lo propio en el mismo local.

Estábamos con un amigo a la espera de la banda de Andrés adentro del Chocolate, consumiendo una que otra piscola, y reclamándole al barman su egoísmo con aquel exquisito brebaje, depradador de la timidez, que debe ser obra ni más ni menos de la mancomunión de las distintas deidades a las cuales se le rinde culto en el planeta. De otra manera no se explica.

El encargado de servirnos los combinados nos advirtió que si queríamos más alcohol en nuestros vasos debíamos poner plata en el propinero. Acudimos sin reparo alguno, porque sabemos que cuando la dictadura de la sed se hace presente no nos queda otra que agachar el moño y asentir. Aún no he conocido a algún valiente que se haya negado a tirarle más licor al hígado teniendo el hocico caliente. Además, cura’o no duele gastar plata.

En esa seguíamos cuando mi amigo me dice que tiene que ir al baño. Fue y su estadía se demoró más de lo normal. Cuando llegó le iba a pedir explicaciones y me paró en seco:

–Hueón, no me vai’ a creer, me acabo de meter al camarín de Astro.
–¿Y cómo?
–Al lado de los baños está la puerta, hay una señora que hace el aseo, pero se hizo la hueona, anda a intentarlo.

Y fui po’, vi a la señora, y me dijo “pase nomás, pero hagamos como que yo no lo he visto”. Entré y ahí estaban todos los encargados de darle vida a lo que ellos llamaban como “el sonido espacial”: Lego, Nusser, Octavio y Zeta.

Hola, les dije yo, todo canchero y saludándolos uno por uno. A lo que ellos iban respondiendo amablemente. No sé qué habrán consumido, pero bajo sus cinco sentidos no estaban. Pero qué importa, eran un amor. Les fui pidiendo fotos, y cuando estaba posando con Nusser le digo: Andrés, ¿ya tienen listo el setlist?, ¿van a tocar Drogas Mágicas? Si po’ compadre, mira acá está, me respondió mostrándome el repertorio de esa noche. En eso llega una mina que muy amablemente me invita a salir del camarín “porque los chicos se tenían que concentrar”. En mis adentros pensé cómo cresta se iban a concentrar si estaban muy drogados. Pero filo, logré mi cometido y metí en el disco duro una anécdota bastante buena. Todo gracias a la soltura que me dio el consumo de alcohol y a la señora que fue como Shakira para poder dejarme pasar: ciega sorda y muda.

 

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