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Esto ha pasado en los 00’s

25 . 02 . 2018, 8:55 pm

Estamos en el  2018 y el carnet muestra lo más vil del paso de los años. Es oficial, todos quienes nacieron en el 2000 alcanzaron la mayoría de edad. Los primeros millennials ya abandonaron la adolescencia y eso nos lleva a reflexionar en torno a lo que ha pasado durante este último tiempo. Si bien […]

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Estamos en el  2018 y el carnet muestra lo más vil del paso de los años. Es oficial, todos quienes nacieron en el 2000 alcanzaron la mayoría de edad. Los primeros millennials ya abandonaron la adolescencia y eso nos lleva a reflexionar en torno a lo que ha pasado durante este último tiempo.

Si bien los autos voladores, las casas flotantes y los robots reemplazantes de la raza humana nunca llegaron, es cierto que hubieron avances -y retrocesos- dignos de admirar. Porque todo en la vida cambia, y la música no está ajena al paso del tiempo.

Oops!… I Did It Again’ acaba de cumplir 18 años, ‘I Kissed A Girl una década y aunque no lo creas, ‘Royals‘ está a punto de celebrar su cumpleaños número 5. La música también envejece y es de responsabilidad individual mantener vigente cada uno de nuestros éxitos favoritos.

Y el sonido no sólo se avejenta, también muta y es indudablemente dinámico. Los ritmos que dictan nuestros pasos de baile están experimentando las maravillas del nuevo milenio y por supuesto, haciendo de ello una nueva estrategia para llegar a un público más amplio.

PicnicTV se puso audífonos e hizo un análisis exhaustivo de todos los hits bajados por Ares y posteriormente disfrutados en Spotify. Queremos saber qué ha pasado en estos 18 años habitando el siglo XXI, y en eso estamos.

Los ídolos crecieron y nosotros también

Sabemos que afrontar adolescencia es difícil, pues es una etapa en dónde la identidad y empatía son temas urgentes de resolver. En este quiebre identitario y desorden emocional es muy común aferrarse a una imagen platónica pero al mismo tiempo cercana, alguien que adolezca lo mismo que tú, pero que no sea ni tu vecino ni tu compañero de puesto. Desde esa idea nacen los ídolos pop: los mismos que sufren por amor, son incomprendidos y por sobretodo, proyectan vivir una realidad semejante a quién los escucha.

Justin Bieber tenía 15 años cuando estrenó ‘Baby’. Nada hacía presagiar que un coro tan simple fuese tan pegajoso y que millones de chicas y chicos enloquecieran de amor por esta nueva estrella. Lo mismo pasó con Miley Cyrus, que con sólo 12 años logró tener una fanaticada que hasta el día de hoy se mantiene vigente. Y la historia se repite con otros artistas como Selena Gómez, Taylor Swift o Demi Lovato. Todos ellos siguen un patrón común: Se hicieron famosos siendo menores de edad y sus seguidores obedecían, en su mayoría, a un público cuyo rango etario no sobrepasaba la edad del artista.

Pero, ¿Qué hace que adolescentes sigan a otros adolescentes? ¿Podemos sentir admiración por alguien tan real como uno? Jaque mate adultocentrismo. Esta relación simétrica con nuestros ídolos reafirma la idea de la empatía. No se buscan figuras idílicas e inalcanzables, al contrario, nos seduce la proximidad que sentimos cada vez que escuchamos a estos ídolos cantar sobre los  problemas de adolescente promedio. Taylor Swift también llora un amor no correspondido, y la conexión con sus letras es el punto perfecto que hace hervir nuestra adhesión a estos artistas.

Ahora bien, el tiempo pasa y eso es innegable. Las espinillas desaparecieron y las responsabilidades comienzan a ocupar gran parte del tiempo que se solía destinar a la procrastinación propia de la juventud. Crecimos y nuestros ídolos también. La transición hacia la adultez motivó a que muchos de esos férreos seguidores hicieran abandono de los fan clubs y renegaran de la música que los acompañó durante toda la adolescencia. Pero hubieron otros que se mantuvieron allí, esperándolos en primera fila para cada concierto.

El hecho de que creciéramos a la par con nuestros ídolos no es un fenómeno exclusivo del siglo XXI, es cosa de ver a nuestras mamás corear a Miguel Bosé. La historia es cíclica y ahora es el turno de los milennials.

Entre ‘Put Your Hearts Up’ (2011)  y ‘Side to Side’ (2016), ambas de Ariana Grande, cabe un mundo entero. En la primera se anima a quienes se sienten inferiores a alzar la voz desde la inocencia. Casi por contraposición, ‘Side to Side’ está pensada y escrita desde posterioridad de una experiencia sexual. 

Asimismo Justin Bieber modificó su look, tatuó su cuerpo, e hizo polémica por sus excesos y rebeldía. Sus fans dejaron de vestirse de morado (color que las beliebers declararon como emblema luego de que Bieber lo proclamara como su favorito) e imitaron su imagen díscola. Dentro de las pancartas que se alzan en sus conciertos ya no se lee “Justin te amo”, ahora es común ver algún cartel levantado con un “Cógeme, Justin” como consigna.

Pero lo interesante de esta transición es que todos los casos citados han logrado mantenerse vivos dentro de la industria, a pesar de no ser lo mismo que eran hace 10 años atrás. Tanto el artista como su seguidor se han ido entendiendo a medida que pasan los años, comunicándose bajo un código similar. Quizás que sorpresas nos traerán una vez que, tanto ellos como nosotros, nos transformemos en adultos.

Amigas y no tan rivales

El capitalismo es perverso. Lo odiamos. Pero a la vez una parte de nosotros se ve involuntariamente cautivada por sus encantos. Por más que lo aborrezcamos y deseemos el fin de este sistema depredante, en algún punto terminamos siendo parte de esta fiesta universal.

Porque el mercado hace lo imposible por captar tu atención. Quiere que seas amigo de él. De ahí que tus convicciones también se vieron opacadas por el capital: puedes ir a una tienda y comprarte una polera que diga “feminista” a cambio de un par de billetes; también es posible  ver cómo los músicos intentan complacerte para que los escuches, replanteándose la idea de hacer música desde una mirada de género.  

‘”Who run the world?/ Girls!” es la pregunta y respuesta que sustenta al hit de Beyoncé, ese mismo en donde baila junto a un grupo heterogéneo de mujeres. Esta canción forma parte de muchos de los playlist armados en nombre del empoderamiento femenino, pudiendo calificarse como un escudo feminista. Lo curioso ahí es que ‘Run The World (Girls)’ fue compuesta por Terius «The-Dream» Nash, Beyoncé Knowles, Nick «Afrojack» van de Wall, Wesley «Diplo» Pentz, David «Switch» Taylor y Adidja Palmer; es decir, está escrita bajo la autoría de 5 hombres y una mujer.

Que hombres sean parte del proceso creativo de una canción calificada como “feminista” no significa sino una cosa: les es útil, y así fue. Si bien el tema no significó un éxito rotundo, si logró posicionarse dentro de las 50 canciones más escuchadas, ocupando el puesto n°33 en el US Billboard Hot 100. Nada mal para el capitalismo y su amigo patriarcado.

Beyoncé (y su equipo) no ha sido la única que ha incorporado parte del discurso feminista dentro de sus composiciones. La sororidad ha adquirido protagonismo en la industria musical. Las músicos no compiten, se ayudan entre sí. Lorde, Dua Lipa e incluso féminas dentro del reggaetón como Becky G han adoptado una lógica centrada en la igualdad entre mujeres. 

Podríamos decir que aún hay matria después de ver que la música no ha aceptado al feminismo sólo por el potencial económico que tiene. El evangelio incipiente de Dua Lipa nos dice que no todo está perdido. ‘New Rules‘ se ha proclamado por sí misma como el himno de una mutual femenina. El concepto de mujeres ayudando a mujeres se ha ido fortaleciendo. La diferencia entre una cantante y su cuerpo de bailarinas o su respaldo coral es cada vez más mínima, y se agradece.

Siguiendo el punto anterior, Dua Lipa comprende el feminismo desde la presencia de disparidad. “Mi idea de feminismo es buscar equidad. Es simplemente desear que las mujeres tengamos las mismas oportunidades. Supongo que necesitamos educar a las generaciones más jóvenes…” aclara. De ahí que la versión de ‘IDGAF’ que la misma artista realiza en conjunto con Charli XCX, Zara Larsson, MØ y Alma ha generado tanto ruido.

El feminismo dentro de la música ya no se reduce al planteamiento de una mujer empoderada y con poder adquisitivo, esa posee un harem de hombres a su alrededor pero que ninguno es digno de tenerla, porque no los necesita. Está bien, es gratificante y algo compensatorio ver que Marina and The Diamonds nos enseñe a romper corazones en ‘How To Be A Heart Breaker’  y que Madonna dicte una cátedra sobre como podemos domar al capitalismo con ‘Material Girl’. Pero hay algo muy importante que estamos olvidando y tal como nos dijeron las Spice Girls en 1996 es que, “If you wanna be my lover, you gotta get with my friends”; algo así como “Si querís estar conmigo, tienes que querer a mis amigas”.

Hacer lo que amas es genial, y hacerlo con tus amigas es el paraíso. Deconstruir la reputación de “diva” es parte de los must de este siglo. Ya no necesitamos a músicos aspirando a ser la reina o  princesa de un género pues, de lo que hoy se precisa es redes de mutuo socorro. Y que mujeres influyentes nos muestren que para ser las mejores no se requiere de rivalidades es una lección que nos está sirviendo a muchas.

Welcome to the remix

En el siglo XXI todo está permitido, incluso mezclar peras con manzanas. Nada se ha mantenido en su estado puro. Colaboraciones entre Lady Gaga y Metallica; Kanye West y Paul McCartney; Beyonce y J Balvin son parte del nuevo mejunje musical que la industria ha puesto a disposición de quien quiera oírlo.

El viejo pensamiento de “dime que música escuchas y te diré quién eres al parecer está en crisis. La segregación entre géneros musicales está en su etapa terminal. El pop le hace ojitos al reggaetón y al rock parece no molestarle trabajar con lo que fueron sus contendores.

Los prejuicios alrededor de la música son cada vez menores. Los fans de Juan Gabriel también lo son de David Bowie y los de Don Omar de Pearl Jam. Tanto la música como sus oyentes han desechado esa vieja teoría que inclusive ponía en juicio tu intelectualidad de acuerdo al contenido de tu MP3.

Esta apertura hacia nuevos ritmos y sonidos nos enseña una nueva manera de crear, más distendida y con menos cláusulas. En una entrevista Dave Grohl (ex baterista de Nirvana y actual vocalista de Foo Fighters) contaba cómo es que estaba haciendo reggaetón sin saber precisamente lo que era. En la conversación Grohl describe a este beat como “el mejor sonido del mundo, y afirma que “es bastante divertido que hayamos cogido el ritmo más popular del momento y sin saberlo, hayamos hecho una canción con él”. Es curioso y contradictorio pensar que mientras Grohl aplaude la calidad rítmica del reggaetón, son muchos los fans de esta banda que critican este sonido de origen puertorriqueño, acusándolo de nisiquiera cumplir los parámetros suficientes para considerarse música.

Pero eso es cuestión de hábitos. Que Luis Fonsi haya podido versionar ‘Estrechez de Corazón’ en el Festival de Viña sin ser abucheado es parte de entender que la música se ha vuelto más tolerante. Por más que algunos mantengan las puertas cerradas y se nieguen a diversificar su repertorio, tarde o temprano sucumben ante los encantos de esos top 1 que suenan fuerte por todo el mundo.

Y mientras algunos se quedan atrás, otros avanzan a pasos agigantados. ‘Despacito’ de Luis Fonsi en colaboración con Daddy Yankee está conquistando el mundo. El éxito latino llegó aún más arriba luego de que estrenaran una nueva versión junto a Justin Bieber. La fusión entre ambos resultó ser la clave del éxito: ocuparon el número uno en la lista Hot 100 de Billboard, además de recibir 4 nominaciones a los Grammy Latino.

Hay otras colaboraciones que además rompen barreras generacionales, pero que no obtuvieron el éxito esperado. ‘Vienes o voy’ de Juan Gabriel featuring Fifth Harmony es el punto de unión entre la cebolla y el pop y, por supuesto, un nexo entre pasado y presente. Las colaboraciones permiten que públicos de distintos estilos e intereses comulguen en un mismo sonido, lo que ayuda a ampliar nuestro horizonte melódico sin lugar a dudas.

No se puede escupir al cielo si de música hablamos. No sabemos si nuestro próximo artista favorito llegará a nosotros gracias a un trabajo que hizo junto a la banda de tu vida. Todo cambia. Tenlo en mente, al menos por el momento.

 

 

 

 

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