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José Vicente Asuar y los computadores: Perdido y encontrado

26 . 11 . 2021, 4:53 pm

José Vicente Asuar es celebrado por un pequeño grupo como un compositor osado y creativo. Sin embargo para la mayoría su obra es un misterio. En esta entrega de “Perdido y encontrado” haremos lo posible por descifrar ese misterio y ver qué tiene para ofrecernos.

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El ámbito de la música experimental chilena siempre se ha caracterizado por vivir alejado de la atención colectiva. Los nombres de personajes reverenciados en Chile y el extranjero como Gabriel Brncic, Federico Schumacher, Rodrigo Cádiz o José Vicente Asuar pueden no significar nada para quien no se mueve en sus círculos. Y justamente esos círculos a menudo parecen sumamente difíciles de penetrar. Quizás no necesariamente por voluntad de quienes lo integran.

Lo cierto es que la música contemporánea experimental se mueve en ejes distintos a la música que acostumbramos escuchar, y esto hace que resulte poco atractiva para el público general. Sin embargo, lo mismo no parece despertar la preocupación de quienes la producen realmente. Apelan a su arte como una búsqueda más intelectual que emocional o social; de esta forma, sin intenciones de acaso denunciar un sectarismo consciente de este colectivo, la música experimental chilena parece tristemente reservada para el mundo de la elite intelectual y académica. Una máquina de ganar “Fondos de la música” movida por personas con apellidos difíciles de pronunciar.

Lo anterior no apunta en ningún caso a ser una crítica, sino más bien un lamento. Resulta lamentable porque, en la aislación de este mundo de “ruiditos raros” y conciertos caros (carísimos), también hay música que vale la pena escuchar. Y no solo eso, hay obras que constituyen verdaderos hechos históricos para Chile, América Latina o el mundo entero que generalmente desconocemos. Tal es el caso de la obra de José Vicente Asuar, un ícono de la música electrónica y electroacústica en Chile. Esta entrega de “Perdido y encontrado” apunta a revisar su carrera y figura en general. Además, compartiremos dos de sus discos más accesibles.

Para hablar de José Vicente Asuar, sin embargo, será necesario hacer algunas paradas estratégicas para hablar del tipo de música que el compositor desarrolló. La música electrónica, con sus múltiples facetas y la música electroacústica con sus conceptos.

Música electrónica

Hablar de “música electrónica” siempre ha sido entrar en un terreno difícil de comprender en su totalidad. Para algunas personas, el concepto se ha vuelto sinónimo de festivales masivos con ritmos frenéticos y mucho éxtasis. Habrá quien no evite pensar en el ritmo repetitivo que plagó las discos de los 90s y 2000. Tal vez alguien incluso se imagine extrañas colecciones de sonidos pulsantes que van de un lado a otro sin una dirección particular. Y la verdad es que todo eso es, de algún modo, música electrónica. Pero al mismo tiempo, la música electrónica es mucho más. Se trata de cualquier música que utilice de algún modo la electricidad para emitir sonidos.

En una guitarra eléctrica, por ejemplo, el sonido es producido por la vibración de las cuerdas y luego amplificado a través de una señal eléctrica. En un instrumento electrónico, el sonido es producido directamente en el altavoz a través de la señal eléctrica que este recibe. No hay más membranas, corrientes de aire, cuerdas o superficies que deban vibrar para generar sonidos.

En ese sentido, lo interesante es que la música electrónica no es un ritmo o un estilo en particular. Estos sonidos producidos electrónicamente pueden ordenarse para interpretar cualquier género, ya sea una canción pop ochentera o un tango. Y más interesante aun, el timbre del sonido (es decir, su identidad, su textura, su voz) en la música electrónica es altamente moldeable y manipulable.

Esta última característica ha hecho que miles de personas se entusiasmen por la multiplicidad de sonidos con los que se puede trabajar. Mucho antes de que Javiera Mena o Alex Anwandter incorporaran sintetizadores en su sonido y de que los robots franceses conquistaran la música mundial, había gente trabajando con instrumentos electrónicos. Solo que estos instrumentos, más que teclados, parecían verdaderas naves espaciales. Auténticas paredes llenas de cables y perillas que servían para formar bellas melodías. Referentes hay para todos los gustos, pero quizás los más populares sean la genial Wendy Carlos y el brillante Isao Tomita. No fueron necesariamente pioneros en la música electrónica, pero sí acercaron el sonido al público. Y justamente, aun antes del trabajo de Wendy o de Tomita, ya estaba José Vicente Asuar haciendo cosas.

Wendy Carlos preparando su nave para el despegue.

Asuar tiene, de hecho, el mérito de haber realizado la primera composición enteramente electrónica de Chile. Se trata de Variaciones espectrales” del año 1959. Exactamente 10 años antes de que The Beatles se animaran a incorporar un tenue sintetizador en Here comes the sun”.

Música… ¿electroacústica?

Si la música electrónica es aquella que se vale de instrumentos electrónicos, la música electroacústica será lo que usa tanto instrumentos electrónicos como acústicos. ¿Verdad? Bueno, no. La música electroacústica es, en cierto sentido, heredera de la música concreta del francés Pierre Schaeffer. Schaeffer tenía toda una visión sobre el sonido y cómo este se debía utilizar para hacer música. Esto quedó plasmado en sus libros Tratado de los objetos musicales (1966) y El solfeo del objeto sonoro (1967). Ahí se incorporan una serie interminable de conceptos y reflexiones que acercan la música mucho más a la física de partículas de lo que jamás sospechamos podría ser posible.

Mi mejor intento por resumir de forma breve y sencilla el pensamiento de Schaeffer sería el siguiente. Para trabajar el sonido se le debe entender como un objeto sonoro. Esto es, una entidad en si misma con propiedades independientes a las del discurso musical tradicional (aunque muchas veces inspiradas de este). El propósito de la música concreta entonces es trabajar con sonidos descontextualizados de su propio origen y manipularlos a partir de sus propiedades de objeto sonoro. Esto se haría muchas veces manipulando las cintas magnéticas en las que se almacenaban las grabaciones antes de la era digital.

Pierre Schaeffer, orgulloso frente a su estación de trabajo.

Quizás el ejemplo más famoso de este tipo de música sería Revolution 9 de The Beatles. Composición predilecta de los oyentes del álbum blanco a la hora omitir canciones del disco. Una cosa es el sustento teórico y otra es que guste.

La música electroacústica, heredaría este principio de manipular sonidos preexistentes, solo que mediante métodos electrónicos. De esta forma quien hace música electroacústica busca modelar el sonido cual escultor que modela una roca.

La primera composición de este tipo en Chile y Latinoamérica vino de la mano de León Schidlosky, quien en 1956 decidió grabarse arrastrando una bacinica y unas ollas. El año siguiente, llegaría Juan Amenábar con su pieza Los peces. Esta también disputa el título de fundadora de la música electroacústica en el país y la región. Esto porque a las y los académicos les encanta discutir qué cosa es y qué no es música electroacústica.

José Vicente Asuar

Ahora que entendemos un poco más este tipo de composiciones, podemos entrar en materia con respecto a nuestro protagonista. Asuar estudiaría composición musical con el celebre compositor chileno Jorge Urrutia Blondel. Posteriormente se titularía como ingeniero civil en la Universidad Católica de Chile. Su proyecto de título sería justamente un medio de fusionar estas dos facetas, la ingeniería y la música en una sola. Se trata de la mencionada “Variaciones espectrales”. Así es, esa música rara que aparece un poco más arriba en la nota. Esta obra no es solamente la primera de su tipo en América latina, sino que, además, para hacerla fue necesario montar el primer laboratorio de música electrónica de la región.

Este afán innovador de Asuar no se agotaría. El año 1978 el compositor crearía de forma completamente independiente su propio computador para la creación musical. Esta máquina, llamada COMDASUAR, se adelantaría a múltiples tecnologías futuras como, por ejemplo, el MIDI, lenguaje utilizado para comunicar instrumentos electrónicos entre sí y con los ordenadores. Hay quien se aventura a decir que el computador de Asuar llegó a ser el más potente de su tipo. No solo en Chile ni en América latina. En todo el mundo.

José Vicente Asuar haciendo magia con el COMDASUAR.

Computadores musicales

Y a propósito de computadores, Asuar les dedicó dos álbumes de estudio. Se trata de “El computador virtuoso” (1973) y su secuela “Así habló el computador” (1979). Ambos discos están divididos en dos lados. En uno de estos, oímos la profunda voz del compositor explicando los métodos que utilizan estos los computadores generar sonidos y las posibilidades que esto otorga a la música. En el otro lado aparecen distintas piezas donde oímos a las máquinas en acción.

Estas piezas de demostración, sin ser quizás las más técnicas o innovadoras del catálogo de Asuar, resultan en una escucha muy agradable. Tratándose ambos discos de materiales de divulgación, Asuar quiso apostar por utilizar los computadores para hacer música con la que la gente estuviese más familiarizada. En el caso de “El computador virtuoso“, Asuar sigue el ejemplo de Wendy Carlos e Isao Tomita. Es decir, adapta piezas de celebres compositores europeos a los sonidos electrónicos. En Así hablo el computador oímos una serie de obras originales muy animadas (acreditadas a “Computador”), al estilo de “Plantasia” (1976). Este conjunto de piezas pueden quizás ser las obras más fáciles de escuchar del compositor y, por lo tanto, mis favoritas.

Si bien, en las secciones habladas, Asuar procura mantener la formalidad, aun se aprecia su pasión por la música y los computadores. Resulta fascinante entonces la experiencia de escucharlo hablar de conceptos tan revolucionarios para su época. Sobre todo, es fascinante viniendo de una figura que puede sentirse tan cercana. Asuar, como uno, en ocasiones pronuncia una que otra ese-hache. Incluso, se permite cerrar su solemne exposición con su versión de Romántico viajero”, el himno de “la U”. Probablemente era el equipo de sus amores.

Un detalle interesante de los discos es la forma en la que los computadores crean la música. En el caso de El computador virtuoso, la música fue solamente programada en un computador. Este computador luego enviaba la información a un sintetizador, el cual producía los sonidos. Distinto es el caso de Así habló el computador, donde escuchamos directamente al COMDASUAR en gloria y majestad. Es difícil saber si era o no el computador musical más potente del mundo, pero definitivamente podía hacer cosas maravillosas.

Así habló Asuar

La vida de José Vicente Asuar, si bien llena de hazañas, también resulta un poco melodramática. La figura del músico siempre fue asociada con la de una persona recluida en su estudio. Rodeado de máquinas, Asuar manifiesta su tremendo descontento con la realidad nacional. Como férreo opositor al régimen de Augusto Pinochet, el compositor se sentía alienado. Cada vez pasaba más tiempo o en largos viajes al extranjero o encerrado con sus computadores. Quizás esto, conjugado con su creciente frustración por la falta de apoyo y reconocimiento por parte de las autoridades, acabarían haciéndolo desistir de su carrera musical. En 1989 aparece Cuatro piezas instrumentales poniendo el punto final a su creación. Asuar fallecería el año 2017 cerrando la posibilidad de volver a escuchar una nueva obra original del compositor.

Mas su legado no deja de ser sumamente valioso. Hoy por hoy el músico es recordado y homenajeado como una verdadera eminencia en el mundo de la música electroacústica. Incluso se le dedicó un documental el año 2013. Pero sus logros y su labor pueden perfectamente trascender aquel mundillo y encontrar su hogar en el corazón de cualquier oyente.

Por un lado, hoy discos como “Switched-On Bach” (1968), “Snowflakes Are Dancing” (1974) o “Plantasia” (1976) se han convertido en auténticos clásicos de culto. En este sentido resulta inspirador ver que, paralelamente a estos hermosos trabajos, había un chileno haciendo lo mismo. Con menor apoyo y difusión, pero sacando adelante sus obras de cualquier modo. Y, con toda esa gesta heroica, resulta triste lo poco conscientes que somos de su obra. Si lo queremos poner en cifras, “Así habló el computador” no consigue sobrepasar las 1500 visualizaciones en YouTube, única plataforma donde está disponible.

Por otra parte, en un tiempo donde los computadores en la música ya no son la excepción, sino que la norma, resulta interesante ver la relevancia que cobran las reflexiones de Asuar allá por los años 70’s. Se trataba de una época donde se veía con escepticismo la aparición de estas máquinas que pretendían hacer música. Asuar sería claro en su visión. El computador es otro instrumento más. Es un recurso para hacer música. No va a reemplazar a las y los músicos, les va a ayudar a expresarse.

Para cerrar el artículo, estas son las palabras con las que Asuar concluye su exposición en El computador virtuoso:

“Hemos presentado algunas de las características y posibilidades que la tecnología musical ofrece al servicio de la música contemporánea. Es ahora labor del compositor, del musicólogo, del técnico de sonido, del educador, hacer que estos nuevos recursos constituyan un aporte valioso de nuestra época a la tradición musical. Creemos que así será, ya que la imaginación y creatividad del ser humano no tiene límites y, mientras el hombre exista, la música seguirá ejerciendo en él esa misma fascinación y profundo significado que ha tenido a lo largo de toda la historia, sean cuáles sean los medios con que los músicos se han expresado”.

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