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(Reseña) Dutsiland Mi Amigo Invencible

6 . 07 . 2019, 9:37 pm

Mi Amigo Invencible (MAI) estrenó este viernes 5 de julio su octavo disco de estudio, Dutsiland, que mantiene el estilo indie del grupo y suma un elemento psicodélico. Ya nos decían en abril 2018 que estaban haciendo su disco más visceral, y la espera terminó. Como “una crónica sobre el despertar de cada mañana y […]

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Mi Amigo Invencible (MAI) estrenó este viernes 5 de julio su octavo disco de estudio, Dutsiland, que mantiene el estilo indie del grupo y suma un elemento psicodélico. Ya nos decían en abril 2018 que estaban haciendo su disco más visceral, y la espera terminó.

Como “una crónica sobre el despertar de cada mañana y las batallas de cada día” define la banda el nuevo lanzamiento que traen bajo el brazo, luego de estar cuatro años sin sacar un disco, pero lanzando algunos EP como Ciencias Naturales (2018), Nuestra Noche (2017), y el sencillo “El mismo sol” (2019). En estos mini lanzamientos veíamos cómo Mi Amigo Invencible atravesaba una intensa búsqueda creativa, que ya se venía despidiendo de la fase más humana (con el personaje de La Danza de los principiantes, que en la portada de Nuestra Noche se une al universo), para dar espacio a las ideas y reflexiones que hoy aparecen en Dutsiland. 

“Secos como pasas” así dijeron que se sentían antes de sacar este nuevo disco. Las giras de “La danza de los principiantes” (2015) convirtieron la amistad de los mendocinos y el impulso creativo en una especie de trabajo de oficina, la línea era muy delgada y para MAI se tradujo en una sequía creativa que los llevó a buscar experiencias para revivir en un nuevo disco, sus ya casi 13 años de trayectoria. 

Dutsiland es desayuno, es reflexiones de mañana, es imágenes medias difusas, medias dormidas, pero decidoras. El desayuno siempre es distinto. Las ilustraciones que vemos, antes de darle play al disco, evocan el verano, pero el verano entre las 9 y las 12 del día. La mesa está servida, es sencillo, hay pan, mermelada, mantequilla, azúcar y un café. Estamos afuera, en el pasto, y la ventana en el muro nos muestra otro afuera ¿dónde estamos?. El Gallo dice que es campo, que hay sol y que es tremendo lo que se avecina. 

El disco comienza con “Desayuno Continental” un tema que entra con fuerza y nos habla del desorden y el cansancio, la necesidad de abstraerse y la visible preocupación por no estar solo. Da la sensación de que el tiempo se desvanece, están todos cansados, pero hay ilusión de algo mejor. Nos presenta un discurso del no saber nada, un discurso que continúa a lo largo de todo el disco y en el que prima más el sentir. 

“Fósil” ya está sumida en la corriente de la conciencia por la que nos lleva “Dutsiland”, continúa haciendo preguntas retóricas. No hay tiempo para despertar, menos para entender, los cambios están pasando muy rápido. 

¿A dónde vas? 

¿Dónde estás? 

¿A dónde ir?

“Bip-bip No me Hables” nos sitúa en una relación que está desgastada, quizás por los cambios que despertaban en el tema anterior, se siente a una persona que no dialoga, una persona desesperanzada, con la idea de “da lo mismo lo que hagamos, no hay ningún final, no quiero hablar”. 

“Nadie en la casa” es la consecuencia de lo que venía pasando, la soledad, esa soledad que buscas y que una vez que te encuentra te asusta, que te vuelve loco. Siento que este tema es la puerta hacia el espiral de lo desconocido, una vez que la desesperanza y el aburrimiento te inundaron y tuviste que estar solo para verlo con distancia. 

“Batalla Gigante” se presenta con una melodía mucho más optimista, y habla del encuentro, que está detrás de la batalla gigante que vienen cruzando en la otra mitad del disco. En esta parte es evidente la necesidad de dejar la soledad para abrir paso a extrañar y admitir que no se tiene nada que decir o que al menos lo quieres pensar dos veces antes de hablar. Para mi en esta canción ya son las 11am, ya está pasando lo peor. 

Vamos, vamos, vamos, vamos, vamos, vamos 

Vamos a donde sea, pero vamos.

“Dutsiland” es el tema más breve y el que le da nombre al disco. Acá nos encontramos con el corazón de la experiencia que este nuevo lanzamiento, la premisa de no idealizar más y por otro lado el mejor verano del mundo que está en Dutsiland. En esta segunda parte transitamos por la depresión de “Beberli G”, el estrés de la ciudad, creo que en este tema ya son las 12h y las calles de Buenos Aires son el infierno. Beberli confunde con una melodía alegre y una voz robótica, que advierte que la alegría es falsa, que mejor escuchemos lo que hay al fondo. 

Finalmente “Todo pasará” nos devuelve la tranquilidad y la esperanza de que todo va a estar bien. La locura que había se va extinguiendo y la canción nos hace sentir desde la primera frase que estamos en una especie de subconsciente, para luego hacer un quiebre en la segunda línea y entrar al plano de la realidad. 

Un disco errático, reflexivo, personal y colectivo a la vez, que nos muestra los pasajes más íntimos de la banda, que tuvo que abstraerse para volver a encender la chispa, esa que esperamos que no se apague por mucho tiempo más. 

El álbum fue grabado en el estudio El Attic, de General Rodríguez, mezclado en los estudios Tiny Telephone de San Francisco (EEUU) y masterizado por Daniel Ovie. En tanto, la producción estuvo a cargo de Luke Temple y la Mezcla fue hecha por por John McEntire músico de Tortoise y productor de Yo la Tengo y StereoLab.

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