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American Football 3: abrumados por la edad

25 . 03 . 2019, 4:03 pm

El viernes pasado fue día de lanzamientos: un nuevo tema de Tame Impala cuatro años después del exitoso Currents, Avey Tare lanzó uno de los mejores discos relacionados al decaído Animal Collective y Paloma Mami soltó su tercer hit previo a lo que será su participación en el Lollapalooza de la próxima semana. Ah, y […]

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El viernes pasado fue día de lanzamientos: un nuevo tema de Tame Impala cuatro años después del exitoso Currents, Avey Tare lanzó uno de los mejores discos relacionados al decaído Animal Collective y Paloma Mami soltó su tercer hit previo a lo que será su participación en el Lollapalooza de la próxima semana. Ah, y también, American Football, famosos por su icónico debut American Football (1999), publicó el tercer larga duración de su carrera, tras su regreso a las pistas en 2014 con su segundo trabajo American Football (2016).

De American Football (el disco, el tercero) ya teníamos tres adelantos: a finales del año pasado la banda anunció su tercer homónimo y compartió ‘Silhouettes’, en enero salió ‘Uncomfortably Numb‘ de la mano de Hayley Williams y en febrero le tocó el turno a ‘Every Wave to Ever Rise’ con la colaboración de Elizabeth Powell. Voces femeninas y un giro hacia una música más reflexiva (o plana, como quieran llamarlo) parecían adelantar un poco hacia donde iría el esperado tercer disco de la banda. Y no nos equivocábamos. De hecho, se ha vuelto difícil equivocarse con Amerian Football, porque se han puesto tristemente predecibles.

Pero démosles crédito. Si hay algo que hay que valorar de esta nueva etapa de American Football es la evolución de su sonido. De cerrar el milenio como una banda más de la escena noventera del emo, el trío (hoy cuarteto) de Illinois resurgió en 2014 con el poder del internet, reivindicados como el ícono directo o indirecto de toda una generación.

Volver del anonimato y partir en la cima suena sencillo, pero muestras históricas sostienen que los regresos siempre son complicados. Lo más fácil para American Football habría sido haber vuelto retomando las cosas en el punto exacto en el que las habían dejado, hacer otro disco similar a su debut, ponerle otra parte de la casa de portada y llamarlo igual que su predecesor. Y es exactamente lo que hicieron.

Este tercer LP viene a ser una revelación para la banda, de que ya no son los mismos niños de 21 años que pensaban el verano como la época de la felicidad. Que hablaban de volverse a encontrar con viejos amores, cuando dejaran de ser tan emocionales. Tan adolescentes.

El cuarteto comprendió que no podían seguir haciendo la música que compusieron a los veinte años, más aún cuando esa música es tan veinteañera como lo es American Football. Tan adolescente. Mike Kinsella tiene 42 años, y esta vez lo plasma en su música. Un sonido más maduro, una producción más seria y una propuesta artística y lírica dirigida a un sector etario que sí representan.

El fuerte de American Football (de ahora en adelante, LP3) está precisamente en las letras. “Cuando era joven culpaba a mi padre de mis problemas y ahora que soy padre culpo al alcohol” o “las lecciones son cada vez menos evidentes” son algunas líneas destacadas del segundo adelanto ‘Uncomfortably Numb’, ubicado en la tercera posición del álbum. Uno de los puntos altos del disco por su contenido lírico y melódico, armonizado de manera bellísima por Hayley Williams, cantante de Paramore -banda que en los dos mil formó parte del “recambio” del emo-.

Mike está en una nueva posición, más clara esta vez que en LP2 (el disco de 2016) su faceta de padre está más asumida y pareciera haber pasado de ser el niño emo del 99 a un viejo triste. El hacerse viejo es la temática principal del disco: “perdón por envejecer” dice en ‘Heir Apparent’. Es en las letras en que se encuentra el eje emocional del disco (particularmente, el coro de ‘Every Wave to Ever Rise’ me parece de las mejores líneas de la banda: “eres cada ola que se levantó/tu retirada no es una sorpresa”).

El problema empieza ahí mismo. Esa emoción no se refleja en la música. La producción es fina, pero cuando cojeas a nivel compositivo no hay mucho que hacer. Así como la temática lírica se centra en el hacerse viejo, también la música se siente agotada. Alguien dirá que esa es la propuesta artística de la banda: música monótona y deprimente (no en el buen sentido, por así decirlo) que refleja el ánimo cansino del hablante lírico. Música que parece no ir a ninguna parte como su narrador, perdido y confundido por la pérdida de su juventud. Abrumado por madurar. Yo no compro, y si usted compra vaya a escuchar a Johnny Cash.

En cuanto a la música en sí misma, el retorno de American Football se ha vuelto irrelevante. No hay sorpresa, todo se ha vuelto excesivamente predecible y soso.

Y está bien, su debut no era un disco desafiante ni mucho menos. Pero había dinamismo en los quiebres, el bajo sonaba y se sentía en cada canción, y la batería pucha que se echa de menos. A nivel compositivo y armónico, LP1 es una joya. El uso de la trompeta no era un arreglo accidental: rompía la norma tonal del disco. Un debut que te atrapaba física (las baterías de Honestly y I’ll See You When We’re Both Not So Emotional o las guitarras de Never Meant) y mentalmente (las melodías de The Summer Ends y For Sure, por ejemplo).

Esa emoción sonora se ha ido acotando y en LP3 podemos encontrarla más que nada en las letras, que, como hispanohablantes, nunca nos llegarán de la misma forma que lo estrictamente musical.

Vocalmente, Kinsella está más monótono que nunca y las colaboraciones vocales tampoco es que agreguen mucho color al disco. Rachel Goswell repite su participación con los Editors hace un par de años y se anota con una colaboración totalmente prescindible y Elizabeth Powell viene a darle un toque de dulzura a uno de los temas más débiles del disco, fuera del apartado lírico. La participación de Hayley Williams es más destacable, pero el tema tampoco logra despegar en la segunda mitad y ya después de un minuto no tiene mucho más que ofrecer.

Las guitarras pareciesen también haber agotado sus armas. El arpegio con delay parece ser el único recurso restante en el arsenal de la banda y la monotonía rítmica del disco da la impresión de que escuchamos dos o tres temas en los 40 minutos que dura el álbum. ‘Heir Apparent’ podría ser un tema de Coldplay (los viejos sí, que no es tan malo) si no fuera porque Chris Martin es un cantante mucho más interesante que Mike -en cuanto a registro y uso de voz, claro-.

En líneas generales, el disco es por lejos lo más accesible de la corta discografía de la banda, sin el brillo rítmico del math que influenciaba a la banda en los noventa y con un sonido mucho más etéreo. La instrumentalización parece beber más que nunca del post-rock de Talk Talk, como un homenaje al fallecido Mark Hollis. El problema de la carta del post-rock, como siempre, es que si no hay emoción cae en lo blando. La trompeta característica de la banda, por su parte, sólo la encontramos en el tercer verso de Uncomfortably Numb y en el inicio de Doom in Full Bloom.

El cambio tonal en la primera estrofa de ‘Doom in Full Bloom‘ es quizás el momento más excitante del disco. La música por fin tiene una voz, y ya sobre el final pareciera aparecer un halo de luz entre la melancolía inescapable que inunda el tema. “Me di cuenta tarde”, confiesa Mike, que por cierto, era un sad boi antes de que estuviera de moda.

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