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A 20 años del The Argument, el último disco punk

19 . 10 . 2021, 8:16 pm

Tras otro 18O, recordamos uno de los discos punk más importantes de la historia, The Argument, que cumplió 20 años este sábado.

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Ayer fue 18 de octubre y el sábado uno de los discos de resistencia más grandes de la historia cumplió 20 años. Fue el 16 de octubre de 2001 el día en que los hijos intelectuales del punk, Fugazi, lanzaban el que sería su último disco. The Argument, el último disco punk. The Argument, el último disco indie.

Y digo indie porque así se usa la palabra indie hoy, ¿o no? Digo, el trap es indie, el pop es indie, usar cortaviento es indie… Hoy el indie se transformó en una consigna de mercado. Una etiqueta manoseada por todo aquel que quiere decir, vender una pose de indie. Que está fuera de los márgenes. Y francamente, en un mundo en que te autodenominas indie o necesitas catalogarte como alguien fuera de las normas del mercado, ¿eres realmente indie? ¿estás realmente desafiando a la industria o estás etiquetándote para que te encuentren más fácilmente en una estantería?

Fugazi eran reales. Suena medio charcha el término, pero ¿cómo definirlos de otra forma? Durante sus quince años de carrera siempre mantuvieron intactos sus ideales y su forma de trabajar. Nunca tuvieron miedo de salir de lo establecido. Podrían haber hecho giras patrocinadas, tocar en grandes festivales y estar en portadas de magazines alternativos, pero nunca los comió la ambición. Ni en cuanto a platas ni en cuanto a sonido, que al final encajarlos en el post-hardcore es algo complicado, pero ¿dónde los ponemos?

El 16 de octubre de 2001 lanzaban su último disco, The Argument, a través de Dischord -sello cofundado por el propio Ian MacKaye en 1980 y que operaba con la lógica del DIY y sin fines de lucro-. El consenso general llama a Fugazi una banda post-hardcore, y a The Argument, un disco post-hardcore, pero siento un poco complejo tirarlos tan fácil dentro de una categoría que ha cambiado tanto con los años.

The Argument. Ni tan hardcore.

Decir que Repeater (1991), su primer disco y The Argument (2001) es el mismo tipo de música suena un poco injusto para este último. Sin duda Fugazi tiene un sonido característico, una estampa que está ahí, notoria en sus seis álbumes de estudio, pero no se puede negar una evolución evidente en su discografía.

Ya en End Hits (1998), penúltimo disco, la agresividad del hardcore se manifestaba en formas distintas a su debut, ya como un matiz más asociado al ruido y la disonancia. Hay cada vez más atmósferas y menos gritos. End Hits, por momentos, se parece más a Slint que a The Jesus Lizard, por nombrar a otros exponentes del ambiguo género.

En The Argument, los márgenes del hardcore parecen cada vez más difusos, con temas como “Life and Limb”, en que la guitarra de los versos es limpia al igual que la voz de Guy Picciotto, cada vez más predominante en el sonido de la banda. Hay hasta un “solo” de guitarra con aplausos como percusiones. Algo que a priori encaja más en un tema lento de Queens of the Stone Age.

“The Kill” es otro tema que expande los horizontes sónicos de la banda, otra vez con el bajo protagonista de Joe Lally, que esta vez se anima y se pone también en el micrófono. Las guitarras son pura textura: delay y y reverb en pequeñas dosis, unos acordes para adornar el coro. Hay mucho espacio. No había tanto espacio en otros discos de Fugazi. ¡En “The Kill” tenemos hasta un solo silbado!

“Full Disclosure” parte con una espiral de ruido y disonancia, algo más característico quizás del sonido esperado, pero se transforma hacia el coro con unos “uhhhhhh” de fondo más afines al pop, y ya en el puente final tenemos un solo hasta lindo, con un Picciotto cantando de la forma más melódica de su carrera, como si estuviéramos en 1988 escuchando noise pop.

Siempre fueron melódicos, o tuvieron canciones más melodiosas [“Long Division” en Steady Diet of Nothing (1991) o “Fell, Destoyed” en Red Medicine (1995), por nombrar un par], pero en The Argument hay una sensación baladista y de suavidad en más canciones que antes.

“Strangelight” comienza con un piano acompañando a la guitarra y tenemos una intro solemne de minuto y medio, antes de que aparezca una guitarra con distorsión que, lejos de sonar agresiva, parece mantener el espíritu de la canción. Picciotto, de nuevo, parece haber tomado el papel angelical entre los cantantes, explotando más que nunca su altura natural, llegando a un coro final “get your shoes on, get your feet on baby” como un espléndido calmo antes del huracán sinfónico que parece el final del tema. La adición del chelo de Amy Domingues es clave en el disco, acompañando con una nueva textura la experimentalidad de la banda, que pareciera que habrían girado al post-rock de haber hecho otro disco.

En otro tema de Picciotto, “Nightstop”, ni la agresividad del tritono, acaso emblema del post-hardcore, suena tan amenazante, gracias a una guitarra acústica que acompaña la lejana voz de Guy. Tras dos minutos tenemos un pasaje caótico en que las guitarras hacen un torbellino de ruido concluido en un solo de tapping más digno de Dream Theater, interrumpido por un abrupto quiebre que nos lleva a… ¡otra guitarra acústica!, para acabar sonando a R.E.M.

También están los temas hardcore, claro, y esta vez se marcan más que nunca las diferentes voces del cuarteto. La voz agresiva de Ian MacKaye dicta el sonido de sus canciones, como “Epic Problem” o “Cashout”, con sendos coros-manifiestos; “¡Accesory!” en la primera y “everybody wants somewhere” en la segunda.

“Cashout”, precisamente, abre el álbum con la ya legendaria bajada cromática del inicio, y si bien el volumen no parece muy del hardcore, la atmósfera incómoda creada por las leves disonancias nos pone de lleno en un escenario hostil, hasta la explosión a mitad de camino que introduce por primera vez al chelo y la clásica voz iracunda de MacKaye.

En “Epic Problem”, otra de Ian, también hay experimentación en el sonido y la estructura, pero es en esencia una canción clásica de la banda. Las guitarras haciendo ruido à la Sonic Youth, el tempo sobre la media y MacKaye frunciendo el ceño ante el micrófono. Incluso los largos pasajes instrumentales suenan hardcore, por mucho que el final parezca más sacado de un manual de pop punk.

“Ex-Spectator” es quizás la canción más parecida al Fugazi clásico. Las guitarras están afiladas, el bajo hace contrapuntos y la batería lleva un tempo sincopado. MacKaye grita en control hasta que llega el coro. No hay grandes giros de timón más que el clásico fuerte-suave de la banda, y quizás por eso sea la canción más plana.

“Argument”, la última de MacKaye, cierra el disco en un tono solemne-desesperanzador, ya completamente fuera del hardcore y con un Ian dando una de las performances de su vida, recordando que no sólo grita, también sabe cantar. En el coro tenemos shakers, una melodía memorable y ningún rastro de guitarras distorsionadas. Un final bajo, se podría pensar, pero un pasaje psicodélico submarino antes del caos final da al disco, en cuanto a sonido, un final inolvidable. Las últimas guitarras de la discografía de Fugazi son dos monumentos entrando por ambos lados del estéreo, usando a la perfección los distintos rangos de la frecuencia y disputándose la melodía central de un minuto de oro de la música moderna.

The Argument, un manifiesto anticapitalista

Si bien musicalmente Fugazi termina en otro extremo comparado a las quintas de los Ramones y los límites de lo que un cuarteto de guitarras eléctricas, bajo y batería pueden hacer, líricamente sientan su base en la idea de resistencia que vio nacer al punk.

En esa línea, The Argument, su obra final, se erige como un auténtico manifiesto anticapitalista, y así como hay una evolución sonora, también lo hay en los textos.

Si en su debut Repeater (1991) las letras eran más “in your face” (“You are not what you own” en “Merchandise”, “You want, you want, you want” en “Greed”, por ejemplo), diez años después se han convertido en grandes letristas (y si siempre lo fueron, ahora más).

“Cashout” acompaña su excelente riff inicial con una de las mejores estrofas de la banda.

“On the morning of the first eviction
They carried out the wishes of the landlord and his son
Furniture’s out on the sidewalk next to the family
That little piggie went to market so they’re kicking out everyone”

Inicio de “Cashout”, canción sobre la gentrificación.

La descripción de un desalojo en las tres primeras líneas termina con un impecable “ese cerdito fue a comprar así que echaron a todo el mundo”, haciendo un juego de palabras con una clásica canción de cuna inglesa, haciendo la relación del “little piggie”, que se la dice al meñique del pie con “pig” (cerdo), una forma habitual de referirse a los fascistas. Jo-ya.

La canción crece hacia una potente crítica a la gentrificación (la reestructuración de algunos barrios en función del mercado inmobiliario, que bajo la bandera del progreso, suele obedecer a las órdenes del capital), con eslóganes evidentes como “Development wants, development gets” o la frase que cierra el coro “Everybody wants somewhere”, cambiando la lógica del “todos quieren algo” por “todos quieren algún lugar”.

Y ese es el puro primer tema. Hablar de todo sería pa’ una serie. En “The Kill”, por ejemplo, el bajista Joe Lally se pone detrás del micrófono para cantar un himno solemne contra la guerra y el patriotismo americano y sus intervencionismos en el resto del mundo. “Me siento bien en este uniforme, lo tengo todo” o “He visto a los de tu tipo muchas veces, no tienes chance alguna”, y cómo no, la frase “no soy un ciudadano”. El disco salió un mes después del 9/11 gringo.

Más ambigua es la psicodélica “Strangelight” de Picciotto. La atmósfera misteriosa se condice a la perfección con la imagen postapocalíptica de la letra. “El sol es una luz extraña, nada crece aquí, hay cicatrices en cada tallo”.

“The sun’s a strange light
Nothing grows right anymore
Scars on every stalk”

Primeras tres líneas de “Strangelight”

O la imagen del tercer verso, que contrasta con la lógica productiva de la actualidad. “A site where production’s stopped / I’m just a warehouse filled with junk / Some somethings for some someones”. O la imagen del concreto que esconde una ciudad detrás.

La canción que cierra y da nombre al álbum, “Argument”, es, en las palabras del mismísimo Ian MacKaye, un manifiesto anti-guerra.

“When they start falling, executions will commence
Sides will not matter now, matter makes no sense
How did a difference become a disease?
I’m sure you have reasons, a rational defence
Weapons and motives, bloody fingerprints
But I can’t help thinking it’s still all disease”

“Argument”, última canción del álbum.

“Cuando empiecen a caer (las bombas), no habrán bandos. ¿Cómo una diferencia se transformó en una enfermedad? (me encanta esa línea). Seguro tienes tus razones, una defensa racional, pero sigo pensando que estás enfermo (por ser distinto a mi)”.

Primera estrofa. Qué más se puede decir. The Argument (el motivo) es cualquiera. La canción termina anunciando que aquí viene el motivo, y nunca llega. El caos del final es el caos de la guerra, tras la inocencia y humanidad de la sección previa. Un final de 10 para una banda que se despide.

La poesía es lo que hace este disco y a Fugazi tan bacán. Es fácil ser punk y gritar “dejen de matar gente”. Es fácil pararse frente a un micro y gritar “abajo el capital que está destruyéndonos en nombre del progreso”. No tiene poco mérito, por cierto, pero no requiere mucho, y hoy, en la sociedad de la hiperinformación, las consignas suelen convertirse en palabras vacías. En el cine hay un término que dice “show, don’t tell”. Muestra, no digas. No me digas que eres indie. Sé indie. No me digas que eres punk. Muéstramelo.

Fugazi fue hasta el último de sus días, hasta su último disco, la última banda punk. La última banda independiente. Quizás musicalmente terminaron sonando más cerca de contemporáneos a quienes influyeron directa (Pearl Jam) o indirectamente (QOTSA), pero podrían haber tocado vals peruano y seguir siendo punk.

La última banda punk

Durante la gira de su penúltimo disco, en 1998, Fugazi vino a Chile y tocó en la discoteca Laberinto en Vicuña Mackenna con Rancagua por 5 lucas de la época. 10 lucas de hoy. ¿Por un artista internacional? La tocata ya es un mito de la música chilena, con participación adicional de Supersordo y Silencio Absoluto.

Según el mito, la banda tenía una ética de tocar a precios bajos, que habrían ido desde los 5 dólares en sus inicios hasta alcanzar un máximo de 15 en sus años finales. La autogestión siempre fue una ley y forma de vida. Dónde tocaban y cómo distribuían siempre dependía del público y no del mercado. Nunca tuvieron mercadería. Nunca quisieron ser una mercancía. Obviamente quién no iba a querer una polera de su grupo favorito.

En 2003 pusieron punto a su carrera, y si bien nunca cerraron las puertas a volver, el tiempo ha ido haciendo de un regreso algo cada vez menos probable. Según MacKaye, han rechazado plata por volver a juntarse para tocar, ya que la plata nunca fue lo que los movía. Hubo rumores de que trataron de juntarlos para tocar en Coachella.

Joe Strummer, icónico cantante y guitarrista de The Clash, dijo el 2000 que Fugazi había sido la banda que mejor había encarnado el punk. Joey Ramone, de los Ramones dijo en 1993 que Fugazi era una de sus bandas favoritas. Dos íconos del punk. Ramone murió en 2001, antes del lanzamiento de The Argument, y Strummer en 2002. Al menos uno pudo disfrutar la última joya del punk.

El punk. Otra palabra con poco peso en 2021. Otro término del que nos hemos alienado hasta convertirlo en símbolos vacíos. ¿Qué es el punk? ¿La ropa negra, las cadenitas y los mohicanos? ¿La violencia? ¿Los excesos? ¿Ver a los Fiskales en el Lollapalooza? ¿Todas las anteriores? ¿O acaso el punk es tocar tres acordes de quinta? ¿Tatuarse entero?

En fin, hay una generación que cree que Machine Gun Kelly es ser punk. Otra cultura, la más antigua o establecida, asocia el punk con el movimiento musical surgido a fines de los setenta en las capitales de la música, Nueva York y Londres. Los Sex Pistols, plantas de la industria y su “Anarchy in the UK”, la simplicidad musical de los Ramones o la poética de izquierda intelectual de The Clash. Todas son visiones válidas, la verdad. Yo quiero creer que el punk es Fugazi, y por eso celebrar el aniversario de The Argument es celebrar al último gran disco del punk y la música independiente.

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