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10 años de Plastic Beach: la cúspide pop de Gorillaz

25 . 08 . 2020, 8:00 pm

El tercer álbum de la mítica banda virtual cumple 10 años, y lo recordamos en el contexto del séptimo capítulo de Picnic de Podcast, dedicado al dúo compuesto por Damon Albarn y Jamie Hewlett. Un día como hoy, pero un 3 de marzo de 2010 era lanzado en Japón el tercer álbum de Gorillaz, el […]

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El tercer álbum de la mítica banda virtual cumple 10 años, y lo recordamos en el contexto del séptimo capítulo de Picnic de Podcast, dedicado al dúo compuesto por Damon Albarn y Jamie Hewlett.

Un día como hoy, pero un 3 de marzo de 2010 era lanzado en Japón el tercer álbum de Gorillaz, el proyecto paralelo del líder de Blur que alcanzó la cima de la música pop con una propuesta inédita, con cuatro miembros virtuales y un mundo de fantasía detrás de una banda que supo mezclar el rap, el pop y el trip-hop y abrió un universo de sonidos a distintos oyentes.

Plastic Beach (Parlophone, 2010) llegaba cinco años después del éxito que había cosechado el cuarteto en Demon Days, el primer disco conceptual de la banda. Un disco oscuro en que Albarn y Hewlett evocaban un mundo siniestro, denunciando la máquina en la que la sociedad se ha convertido; como la fábrica de la felicidad en “Feel Good, Inc.”, la violencia de los medios y los niños en “Kids with Guns o la destrucción del planeta en “O Green World” o “Every Planet We Reach Is Dead”; mientras que en el plano musical mantenían la tónica oscura del trip-hop del debut Gorillaz (2001), pero esta vez abrazándose más de las colaboraciones venidas del hip-hop, como Roots Manuva en “All Alone”, MF Doom en “November Has Come”, Bootie Brown en Dirty Harry” o De La Soul en la ya mencionada “Feel Good, Inc.”.

Y si en Demon Days la banda había dado los primeros pasos fuera de la etiqueta de rock alternativo que había abrazado el debut, Plastic Beach sirve como bisagra entre una década y otra, entre el viejo Gorillaz y esta nueva encarnación de la banda, más cerca del electropop que caracterizaría más tarde a álbumes como Humanz y The Now Now.

El disco abre con el sonido de la marea, las gaviotas y una orquesta preciosa. Un primer movimiento romántico y grandilocuente para dar paso a la presentación propia del disco: “Welcome to the World of the Plastic Beach”.

“The revolution will be televised” recita Snoop Dogg, primer invitado de la fiesta, sobre un beat soul futurista, ubicándonos en el mundo que acoge el álbum, una playa de plástico. En cierta forma, el discurso de siempre de Gorillaz, una acusación sobre el mundo plástico que tenemos hoy, en que incluso las revoluciones y movimientos contra-cultura terminan siendo tragados por la máquina publicitaria. Gran inicio de álbum que sirve como buen presagio de lo que será Plastic Beach, tanto lírica como sonoramente.

Uno de los fuertes del tercer álbum de Gorillaz es precisamente la amalgama de sonidos que Albarn logra incrustar en la fórmula pop de su imaginario. Termina el primer tema y pasamos a una orquesta árabe en White Flag, cambiando las vibras g-funk de la costa oeste por el hip-hop británico de Kano y Bashy, y en Rhinestone Eyes, en cambio, tenemos un beat electropop como salido de los primeros álbumes de Kanye West y la voz robótica de Damon, característica del proyecto.

A esta altura, Damon Albarn pareciera ya haber adoptado por completo el personaje de 2D, dejando su voz “tradicional” con la que cantaba en Blur y los primeros trabajos de Gorillaz por esta voz robótica, monótona y monotonal que parece haber encontrado ideal para su alter ego digital, una voz que al menos en Rhinestone Eyes no alcanza a molestar porque el beat está lleno de detalles en donde centrar la atención más allá de la aburrida interpretación de Albarn.

Y ahí hay otro mérito de Plastic Beach. Como pocas veces en la discografía de la banda, Damon se ve más creativo y visionario en el apartado musical, lo que le permite apoyarse mucho más en la música y los invitados que en su propio personaje; como es el caso en “Empire Ants”, junto a Little Dragon, en que después de una que pareciera ir en dirección de una baladita pop etérea, se convierte en un temazo de psicodelia electrónica, con la voz de Yukimi Nagano; o como en “Stylo”, en que trae de vuelta el sonido soul-futurista, con la voz de Bobby Womack, mismo que pseudo-cierra el disco en “Cloud of Unknowing”, junto a la Sinfonia Viva que había abierto el álbum.

Y a diferencia de su otra placa en discusión por el primer lugar, Demon Days, acá cada tema tiene su chispazo de lucidez que le permite sostenerse por separado, además de encajar en un todo conceptual: el quiebre a mitad de canción en la ya mencionada “Empire Ants”, los ataques epilépitcos de los saxos a mitad de la excéntrica “Sweepstakes” con Mos Deaf y la Hypnotic Brass Ensemble, el laberinto sintético en la hipnótica “Plastic Beach”, los exquisitos contrapuntos entre las melodías y las voces en “To Binge”, también con Little Dragon e incluso en “Glitter Freeze”, una especie de anécdota en el tracklist, el Where’s North from here? de Mark E. Smith me hace gracia hasta el día de hoy.

Y hablando del gigante líder de The Fall, si decíamos que Plastic Beach funcionaba como una cortina entre el rock alternativo y el electropop en la discografía de Gorillaz, también parece representar un antes y un después en las colaboraciones; despidiendo a la vieja guardia de la música, influencias de un joven Albarn como lo fueron el líder de la Velvet Underground, Lou Reed (en Some Kind of Nature”), el ya citado Smith (“Glitter Freeze”), y un ícono del R&B como Bobby Womack, tres artistas que marcaron generaciones y que ya no están con nosotros, además de los íconos noventeros del hip-hop, como Mos Deaf, Snoop Dogg o De La Soul. En Humanz, en cambio, las colaboraciones serían mucho más “actuales”, con nombres como Danny Brown, Vince Staples, Kali Uchis o Jehnny Beth, por nombrar algunos.

Y para qué hablar de “On Melancholy Hill”, quizás el último hito en la carrera de Gorillaz, un himno generacional como también lo fueron “Clint Eastwood” y “Feel Good, Inc.”. Desde la línea melódica clásica, las guitarras eléctricas de Simon Tong entrelazadas con los sintetizadores, la voz submarina de Albarn y las voces secundarias, todo alineado en este paisaje onírico con una colina de melancolía.

La tercera placa de la banda virtual era un paso lógico en su carrera, pero sería además el paso definitivo para convertirse en una banda de culto, con colaboraciones de alto calibre, un proyecto ambicioso y una colección de sonidos unidos por una estética pop pulida a la perfección. Plastic Beach es, discutiblemente, el mejor disco de Gorillaz, y sin lugar a dudas, una joya de la música pop.

Si quieres escuchar más de Gorillaz, no te pierdas nuestro séptimo capítulo de Picnic de Podcast, dedicado completamente al repaso discográfico del grupo virtual.

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